ISLANDIA: LAUGAVEGUR+FIMMVÖRÐUHÁLS - etapa 3: de Álftavatn a Émstrur

La tercera etapa de la Laugavegur lleva de Álftavatn a Emstrur, siguiendo nuestro camino hacia el mar, en dirección S.



Es una etapa algo más larga que las 2 anteriores, de unos 16 km., pero con menores desniveles, nada que no podamos afrontar después de haber realizado las 2 primeras en una única jornada.

Tras el desayuno, nos ponemos en marcha con la particularidad de que no nos calzamos las botas… Hoy toca cruzar 4 ríos con los pies descalzos, el primero apenas 200 m. después de empezar a caminar. Efectivamente, aún no hemos ni calentado cuando se presenta ante nosotros el rio Bratthálskvísl, así que toca remojarse de nuevo en agua glacial…

Dado que a tan solo 10 minutos de camino nos cruzamos de nuevo con el mismo río, avanzamos ese trayecto con las chanclas puestas y las botas en la mochila. A pesar de que sigue lloviendo y el ambiente es más bien frío –el típico verano islandés-, después del duro impacto del agua fría en los pies, es hasta agradable caminar con los pies al aire libre. ¡Nos estamos aclimatando a Islandia a marchas forzadas!

Tras este segundo río, nos calzamos las botas y seguimos caminando, dirección S, por un terreno bastante llano.

1h. 30’ después de empezar la etapa de hoy, tras unos 4 km. de camino, llegamos al refugio de Hvanngil, una alternativa a Álftavatn para pasar la noche por la zona, aunque el entorno es menos bonito… Hacemos un breve alto en el camino para beber y comer algo y seguimos, ahora en dirección SO.

Apenas 30’ de camino tras dejar Hvanngil empezamos a oír ruido de agua corriente y nos tememos lo peor… Efectivamente, nos cruzamos con el río Kaldaklofskvísil. En esta ocasión se trata de un río caudaloso y ancho, por lo que cruzarlo con chanclas como hemos hecho anteriormente queda descartado. Afortunadamente en Islandia también hay puentes para cruzar ríos caudalosos…

¿Habrá puentes para cruzar todos los ríos a partir de este punto? La duda queda despejada a los pocos metros… Aparece ante nosotros el río Bláfjallakvísl, esta vez sin puente. No tiene mucha corriente por lo que se puede cruzar con chanclas, pero es más ancho que los anteriores y el nivel del agua llega prácticamente hasta las rodillas. ¡¡Toca otro remojón más!!

Recorriendo el curso del río en busca del mejor punto para cruzar, descubrimos un salto de agua espectacular, al que nos acercamos una vez hemos cruzado.

Tras un rato contemplando el agua cayendo retomamos el camino, que ahora discurre por una pista ancha muy marcada –que de hecho es una importante carretera de la zona habilitada sólo para vehículos 4x4– en dirección SO. Ante nosotros, imponente, el Stórasula, una cima de algo más de 900 m. de altura que, a pesar de no ser muy alto, destaca en una zona eminentemente llana.

Poco a poco el verde intenso característico de la zona de Álftavatn que nos acompaña desde la etapa anterior va desapareciendo dejando a la vista un terreno negro yermo muy parecido a lo que imaginamos puede ser el paisaje lunar. Se extiende ante nosotros una vasta llanura desierta que tenemos que atravesar, flanqueada, a lo lejos, por montañas cubiertas del musgo verde característico, entre los que destaca el impresionante Hattafell.

La caprichosa forma de las rocas que destacan en las montañas y un poco de imaginación pueden hacernos creer que se trata de personas (u otros seres…) que nos observan desde lo alto de las cumbres. Según la creencia popular, estas tierras están habitadas por duendes, gnomos, elfos y trolls que acechan desde lo alto de las montañas…

La lluvia hace su habitual acto de presencia mientras avanzamos varios km. por este desierto negro. De camino nos topamos con el río Innri-Emstruá, que cruzamos por un puente y otro rio que toca, de nuevo, cruzar mojándose.
Tras más 10 km de llanura negra y varias horas de camino aparece ante nosotros una gran depresión en la que ya vemos el refugio de Érmstrur que alcanzamos poco después. A lo lejos se divisa ya el Entujökull, lengua glaciar del Mýrdalsjökull: uno de los mayores glaciares de Islandia, con una superficie de más de 500 km. cuadrados.

Una vez en Érmstrur, un rato de descanso y una buena cena. Es pronto para acostarse y, por supuesto, hay luz ambiental de sobra (la hay las 24 horas del día en esta época del año…). Así pues, antes de irnos a dormir decidimos ir a dar una vuelta por los alrededores del refugio y nos acercamos al Markarfljótsgljúfur, un profundo y espectacular cañón esculpido en la roca con el paso del tiempo por las corrientes de agua. Sin duda, uno de los lugares más bonitos de toda la travesía.